Fase 5: la caja, las personas y la mediación

La Caja para (des)centrar y el Mediador recorrieron los tres departamentos (Boyacá, Cundinamarca y Bogotá), abriendo el dispositivo en 30 lugares diferentes. Los sitios de despliegue fueron seleccionados por las sugerencias que dieron los artistas, la agenda institucional del Ministerio de Cultura y el IDARTES, junto con las urgencias detectadas por el equipo curatorial durante la investigación.

Hubo varios retos a enfrentar durante esta fase. Primero, contar con la persona indicada para hacer la mediación, que se consideró era Jason Fonseca, artista y sociólogo con experiencia en trabajo de campo con grupos sociales. Como mediador, tendría la tarea de cargar con el dispositivo, un hexaedro que si bien fue pensado para ser amigable con unas circunstancias de movilidad, no estaba preparado para todo y Jason quedaría solo durante las contingencias, armado con su capacidad de inventiva: los objetos se deterioraron con su uso y se debía repararlos en la marcha, la carretilla de la caja se rompió varias veces, etc. El segundo, la logística de los viajes, significó un esfuerzo importante de producción porque hubo un alto grado de improvisación debido a la cancelación de los anfitriones, problemas de seguridad en algunas zonas o nulo contacto con algún destinatario que ayudara a comprender el contexto al que la caja y su mediador se enfrentarían: quedó varias veces a su suerte en una carretera en espera de ayuda. Tercero, y más importante, la aproximación con las personas, con quienes la caja tendría solo unas horas de contacto y, en todo caso, se tendría que hacer una experiencia significativa: no era fácil enfrentarse a entornos tan distintos en tan corto tiempo y lograr construir confianza, empatías y simpatías con le mediador y el dispositivo y, obvio, no siempre se logro una conexión satisfactoria.

Respecto a este último punto, la filosofía de los salones regionales es clara: “En 1976, como respuesta a la crisis que tuvo el Salón Nacional, se crearon los Salones Regionales con la misión de descentralizar el circuito del arte buscando la participación de muchas más personas…”. Esto significaba, implícitamente, que el protagonismo debía relegarse del arte y los artistas hacia sus destinatarios. Y la decisión fue buscar esos otros espectros poblacionales que no estaban siendo considerados en los circuitos convencionales del arte contemporáneo. Al mismo tiempo, implicaba dejar ir por parte de la curaduría y los artistas las intenciones por controlar el sentido de interpretación y uso de los objetos, para abrirse a cualquier posibilidad. El mediador sería el detonante de las experiencias, pero no un intermediario entre lo que los artistas y curadores pretendieran con sus apuestas. Era una mediación con la caja en sentido abstracto, no con ‘artisticeidad’ de la misma.

 

 

 

EQUIPO DE TRABAJO

MEDIADOR

Jason Fonseca

 

EQUIPO CURATORIAL

Nicolás Leyva Townsend
Claudia Salamanca Sánchez

 

ASESOR

Ricardo Toledo Castellanos

 

ASISTENTE DE INVESTIGACIÓN

Camila Duque Jamaica

 

APOYO PARA MATERIALIZACIÓN

Juana María Bravo
Ivan Jimenez

 

PRODUCCIÓN

Natalia Dávila Castillo

 

REGISTROS

Stefanía Galvis

 

 

 

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